Para los padres, el crecimiento de estatura en los niños resulta un proceso fascinante y les despierta un profundo interés. Este proceso no solo refleja la salud general del niño, sino que también está vinculado a factores genéticos, ambientales y nutricionales, por lo que cualquier cambio drástico se convierte en una señal de alerta.
Los padres deben observar con anticipación cada cambio en la estatura de sus hijos, ya que esto les permitirá tomar decisiones informadas para apoyar el bienestar y el desarrollo óptimo de sus hijos.
Es importante que los niños sean llevados a revisión periódica con endocrinólogos pediatras conforme avanzan hacia la adolescencia. De este modo será posible estar atento a los factores que influyen en el crecimiento de estatura y los hitos típicos que deberían completarse en cada etapa de la infancia.
El crecimiento de estatura entre los 10 y 18 años
Sabemos que desde la preadolescencia los niños comienzan a crecer de forma acelerada y a manifestar signos de maduración sexual. No obstante, estos cambios se presentan de forma diferente en las niñas y en los niños, especialmente los estirones relacionados con la pubertad.
- La mayoría de las niñas experimenta el inicio del desarrollo sexual entre los 8 y 13 años (siendo 12 años la edad promedio), teniendo el estirón cuando están entre los 10 y 14 años.
- Por su parte, los niños comienzan a desarrollarse sexualmente entre los 10 y los 13 años, creciendo progresivamente en estatura hasta los 16 años.
Así mismo, existe gran variabilidad en cuanto a lo que se considera ‘normal’ en referencia a peso, estatura y forma.
Los niños tienden a crecer siguiendo un ritmo sostenido, incrementando un promedio de 2,5 pulgadas (de 6 a 7 centímetros) cada año. Respecto al peso, los varones suelen ganar de 4 a 7 libras (de 2 a 3 kg) cada año hasta que inician la pubertad.
En el caso de las niñas, una vez que se vuelven adolescentes y llega la menstruación, suelen crecer un promedio de 1 o 2 pulgadas (de 2,5 a 5 cm) por año. Suelen alcanzar su estatura final entre los 14 o 15 años de edad.
Vigilar estos detalles y recibir asesoría especializada por parte de un endocrino pediatra sirve, entre otras cosas, para conocer más sobre los síndromes que afectan el crecimiento y aprender a reconocer las señales que pueden alertar sobre la presencia de un padecimiento de origen endocrinológico.
Por ejemplo, en las niñas puede llegar a presentarse el Síndrome de Turner, un trastorno genético cuyos síntomas incluyen el retraso de la pubertad, estatura baja, problemas de aprendizaje y puede conducir a la infertilidad. El tratamiento para esto es una terapia hormonal.
La pubertad tardía es un tanto más habitual en varones. En este caso, además de la estatura, una de las principales preocupaciones de los padres es el correcto desarrollo del pene y los testículos, cuyo crecimiento depende de factores como la carga hormonal, el estilo de vida y la alimentación, teniendo su culmen a los 21 años.